En un video reciente, Juan Ramón Rallo analiza cómo se compone la redistribución del dinero por parte del Estado Benefactor.

Lo puedes ver completo, pero en resumen, 2% del PIB llega a las familias que más lo necesitan y para que estos recursos les lleguen, se gasta alrededor del 40% del PIB. Es decir, el grueso de los recursos de pierden entre capas burocrácticas del Estado.

En resumen, los políticos hacen campaña para que les financies sus puestos, oficinas privadas y viajes en jet, prometiendo ayudas a los que menos tienen, pero en la práctica a estos, los que de verdad necesitan ayuda, solamente les llegan las migajas.

En Chile hay muchos que venden el modelo del Estado Benefactor porque no saben o no quieren saber que en muchas partes está quebrando o va en camino a la quiebra.

El problema es que suena bonito "Benefactor", pero el dinero proviene de los propios bolsillos de la gente y estos recursos beneficiarían mejor a esta misma gente de forma directa ("es mi plata y yo la gasto como quiero o necesito") o a través de organizaciones privadas (fundaciones, ONG), más pequeñas y eficientes que el Estado. Donde no podrás elegir ni quién educará a tus hijos, ni dónde te atenderás en caso de enfermedad.

En Chile además, existe el problema de que como los mismos políticos y los más ricos pueden evadir o eludir impuestos, el gran peso de mantener al Estado recae en la clase media.

Aún cuando Chile no es un Estado Benefactor como quisiera el habitante promedio de Ñuñoa. El Estado chileno ya se ha endeudado más de la cuenta desde la pandemia. Añade a eso el hecho de que las reformas de Bachelet detuvieron el crecimiento del país por más de 10 años, y estamos peores que antes en casi toda métrica.

Si de verdad este Estado Benefactor buscara ayudar a la gente, trataría que fueran capaces de salir del agujero en el que se encuentran y que puedan valerse por si mismos.

Pero en cambio, lo que hacen es hacer a la gente dependiente del Estado. Haciendo los gastos permanentes, añadiendo más gente a medida que aumenta la inflación (que también es culpa del Estado) y añadiendo más gente proveniente de países que están todavía peores que nosotros.

Es un círculo vicioso de gasto, aumento de la deuda, aumento de la inflación y más dependientes del Estado.

Así ganan votos "yo te di casa y techo, yo te doy educación y salud". "Soy un dios benevolente". Claro, con plata ajena. Un negocio redondo.

La nueva constitución llega a empeorarlo todavía más, porque deja TODO en manos del Estado. Un proyecto que comenzó prometiendo un Estado Benefactor a la Europea (que ya es malo), pero que terminó copiando lo peor del socialismo latinoamericano.