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Father John Misty - Off-Key in Hamburg
Vladimir · Monday, 22 June, 2020 - 06:02 edit · 6 minutes
Antes de empezar este comentario sobre el disco Off-Key in Hamburg de Father John Misty (un proyecto de Josh Tillman) debo aclarar dos cosas:
Este disco ha salido apenas hace unas semanas y sus ganancias serán donadas para apoyar a músicos y a los afectados en la industria musical por la pandemia del coronavirus. Es una buena manera de apoyar a un sector tan vital y que necesitamos de vuelta, si les gusta el artista seguro ya han apoyado, si no quizá pueda darles una razón para oírlo, o recomendarlo a un conocido cuyo gusto sea parecido a este sonido.
Me acerqué a este disco desde el desconocimiento del artista, de su público y de su trayectoria. Quizá tras esta reseña siga en una inmensa ignorancia de los mismos aspectos, pero léase como "la guía de un completo ignorante al dicos Off-key in Hamburg de Father John Misty", no será para nada un éxito editorial.
¿Porqué acercarse a un artista nuevo y a un género al que no se está acostumbrado? La primera razón es quizá aquel lugar común de la zona de confort. Una zona de confort es un lugar agradable y tranquilo, pero árido, en el que nunca crecerá nada.
Saliendo de esa zona de confort me dirigí por los caminos de lo que siempre me parecerá mal llamado folk, pues no es claro lo que designa, una música hecha con elementos sencillos como la voz y una guitarra, o cercana a las raíces. En el caso de Father John Misty no está cerca de ninguna de esas categorías. Es claro que Josh Tillman compone los temas en un ambiente muy personal, quizá en su cabaña de madera, con su guitarra y su voz que tiene una clara influencia de los cantautores estadounidenses (no mencionaré nombre alguno para evitar la vergüenza de mostrar más mi ignorancia).
En vivo lo que podemos escuchar son temas muy bien orquestados, con los acentos justos en los sentimientos, haciendo de la música y la voz una sensación que se mete por debajo de la ropa y llega a erizar la piel. Pasar de lo que aparenta ser un cantautor con su guitarra de palo (como diría Rockdrigo González) a lo que suena como un concierto masivo y un disco muy expresivo requiere de la labor de varias personas. Es claro que Josh Tillman conoce los beneficios de la industria musical con su entramado de grabaciones y conciertos, y sabe que atrás de la estrella está un trabajo monumental, no sólo técnico, también creativo.
Ahora, con respecto a las letras puedo hacer un comentario más largo. Alguna vez un profesor me dijo que sufrir, andar de nostálgico son sentimientos que causan adicción, como lo puede ser el máximo placer (aquí pueden poner de fondo "A bigger papper bag" de este disco e imaginar que tengo el diálogo con Josh). El sentimiento que las letras desbordan es la tristeza, que debemos aclarar no es que el cantante se tire al suelo para que lo levantemos (como diría Francisco Barrios "el Mastuerzo"), esa tristeza tiene un constante juego de equilibrio, como sube y baja, con la musicalización e incluso los términos utilizados para expresarse. Podríamos pensar que un cantante que lleva varios discos triste más que necesitar expresarse necesita unos buenos consejos, no creo sea el caso de Father John Misty, pues por la música y las alegorías verbales parece disfrutar de la expresión de la tristeza, quizá en tono sanador la simple verbalización de la tristeza la hace desaparecer.
Hay temas como "Chateau Lobby #4 (In C For Two Virgins)" donde canta con tristeza lo que me parece ser un momento de felicidad, una primera relación sexual. Y es donde uno puede vislumbrar la dualidad de la música y la mayor complejidad de la vida, aún los momentos de gozo y felicidad pueden llegar a dejar un sabor amargo. Y de esta forma, el sabor amargo de esta música puede, a la inversa, llevar a un momento de alegría y gozo.
Pasemos a "The Night Josh Tillman Came To Our Apt." para hablar de lo claramente autoreferencial de la música. A manera de broma se refiere a él en tercera persona en el título para en la canción describir un momento, a mi parecer, vivido por él. No se preocupen, no le he quitado la magia a la letra, pues ya de ustedes dependerá decir cuál de los dos personajes era Josh Tillman, o más aún, con cuál de los dos personajes de la historia nos estamos identificando.
Con diversas referencias a la muerte, un marcado rechazo a la religión (¡cuidado! aquí vuelve a caer en esa dualidad sufrimiento-gozo ahora traducida a amor-odio, pongan "Hollywood Forever Cemetery Sings"), el desenfado de las letras nos llegan a hablar de episodios psicóticos de la vida del artista ("Mr. Tillman"), de la tragedia que puede coexistir con el gozo futuro de una relación que nos imaginamos de apenas ver la sonrisa de una persona en la tienda (o la fila de las tortillas, como un clásico de la música romántica mexicana, "I Went To The Store One Day"), la vacuidad del entretenimiento pero lo felices que nos hace ("Total Entertainment Forever") y muchos temas más que en el argot popular mexicano diríamos "bien azotados".
No hay que abusar del consumo de la tristeza, ni pensar que un humor nostálgico nos garantizará puros momentos lúcidos. Pero para eso momentos ambiguos, entre la tristeza y la soledad, y la felicidad y plenitud este disco puede ser un buen compañero. Entonces permitan que ahora tome yo la batuta de los temas personales y contarles como imaginaría yo la escucha de este disco (esto es completamente personal, ustedes pueden adecuar la experiencia):
Busquen una vialidad de su ciudad (de forma imaginaria si siguen en cuarentena, una vez que pasen estos difíciles momentos podemos implementar la experiencia) muy transitada de lunes a viernes, una área de oficinas o comercial, pero que en fin de semana, sobre todo el domingo, no abra esos negocios. Que no falten las casas, sería bueno de vez en cuando ver una ventana que deje asomar episodios cotidianos de un domingo tranquilo. Entonces nos situamos en un domingo después de comer, en el momento que la mayor parte de la gente reposa sus alimentos, ponen estas canciones en su reproductor personal, si quieren hasta en una bocinita que no suene tan fuerte, o simplemente tóquenlas en su memoria. Caminen por esas calles semi-desiertas, solos o con alguien de mucha confianza, dejen que la música los lleve un poco, sientan la tristeza de ese domingo por la tarde, pero vivan la ilusión de que hay cosas que a pesar de ese movimiento de los días y las horas pueden quedarse como un momento gozoso. Dejen que la orquestación los eleve un poco (no dejen de poner atención al camino, no falta el que gusta de manejar su auto como bólido en las vialidades casi desiertas), sientan el Sol bañando un poco. Y finalmente no se dejen llevar tanto por la nostalgia, dosifiquen muy bien esta música. Y quizá no deban mezclarla con una honda tristeza, no sin la supervisión de un amigx.